Esta leyenda está presente en casi toda latinoamerica, aunque presenta pequeñas variaciones locales.
En el caso de Chile, existen también diversas versiones aunque todas tienen como elemento común una mujer que perdió a sus hijo y que ello llora en forma desconsolada.
La versión de la Pucullén relata que a esta mujer le fue quitado su hijo. Se convierte en la guía de los muertos para que encuentren descanso eterno. También ayuda con sus abundantes lágrimas a que los muertos no vuelvan a penar a sus familiares.
La segunda versión indica que la mujer perdió a su pequeño hijo en el puente Litueche, ella se lanzó a las aguas para poder rescatarlo pero murió ahogada. Se dice que cada vez que llueve se escuchan sus llantos en el puente.
La tercera versión señala que esta mujer se enamoró de un hombre que resultó ser el diablo en forma humana. Un día el diablo se presentó a cenar y ella aún no tenía la comida preparada, salió a comprar para poder preparar algo pero el diablo no aguantó su hambre y terminó devorando a los hijos de la mujer. Ella comenzó a llorar desconsoladamente y al no parar el diablo la ató con cadenas a la cama y mató con una estaca en el corazón. Desde ese día ella recorre las calles arrastrando las cadenas desde sus brazos.
En forma general, se sabe que quienes ven a la llorona están cercanos a su muerte. Sólo las machis y calcus (brujos) pueden ver a voluntad a este espíritu en pena. También los animales pueden verla, esta es la explicación de por qué los perros ladran y aúllan conjuntamente durante las noches.