Es increíble el comportamiento del Santiagino al momento de tomar el metro. Pareciera que es la primera vez que se enfrenta a esa situación, se coloca ansioso y acelerado. Se para frente a la puerta del coche y olvida la regla básica, para ocupar un lugar en el espacio primero debe desocuparse, es decir, dejar bajar antes de subir. Quienes desean bajar se enfrentan a una pared de torpes, quienes intentan entrar al coche lleno.
Otros parecieran ser seres que creen ser los únicos pasajeros, son aquellos que suben al coche y se paran a la entrada de éste, entorpeciendo la subida y bajada de pasajeros, significando mayores tiempos en las estaciones. Frecuentemente éstos suben en la primera estación y bajan en la última, entorpeciendo el viaje de todos.
Finalmente tenemos a los que se paran en el andén y que al llegar el tren persiguen una puerta como un perro persigue una rueda. No se dan cuenta que si se hubiesen quedado donde estaban quedarían frente a la puerta.